Comenzamos pelando las cebollas en láminas. Si sois de los que lloráis al cortarla, existen muchos remedios caseros para evitarlo o al menos reducirlo, uno de ellos es pelar la cebolla y bañarla previamente en agua. También podéis meter la cebolla durante 15 minutos en el congelador antes de cortarla.
En una sartén ponemos Aceite de Oliva Virgen Extra de España, cantidad suficiente para que nos cubra el fondo. Impresiona su majestuoso color dorado, por algo lo llaman el oro liquido de España.
A fuego medio, añadimos la cebolla y removemos muy bien para que se impregne toda de aceite.
Bajamos un poquito más el fuego y tapamos dejando que se vaya haciendo muy, muy lentamente. Movemos de vez en cuando para que se cocine uniformemente.
Cuando veamos que su tamaño ha reducido a la mitad, añadimos dos cucharadas de agua y removemos.
Nuestra cebolla presentará una textura más cremosa casi al instante, esto es debido a que al juntar el agua con los azúcares que contiene la cebolla, se disuelven formando un ligero caramelo que dará ese maravilloso color tostado a nuestra confitura. Si queréis darle un color más intenso podéis añadir dos cucharada de azúcar de caña.
Movemos muy bien para que el color sea uniforme. Añadimos la pizca de sal para realzar su sabor. Y lista nuestra confitura.
Conservamos en botes herméticos de cristal que podremos congelar o si preferís, envasar al vacío.
60 min
Baja
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Ingredientes
1 kilo de cebollas (se quedará en 200 gramos de confitura)